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Templo Kofukuji

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2 avis sur Templo Kofukuji

l"influence chinoise à Tokyo

Influencia china en Tokio

El Santuario Kofuku-ji se encuentra en el lado este del río Sumida, en Tokio. Se puede llegar caminando sin problemas desde el barrio tradicional de Asakusa –uno de los puntos turísticos más importantes y concurridos de la ciudad-. El sitio –que es considerado un templo Obaku zen- fue fundado en 1673 y alberga tanto el templo mismo como una pequeña escuela de Budismo Zen. Esta filosofía llegó a territorio japonés proveniente de China durante el siglo 17. Su sede se encuentra en el templo Manpuku-ji de la ciudad de Kioto, y es considerada como una corriente filosófica relativamente nueva en el país. En la arquitectura del sitio se puede observar una influencia china mucho más importante que el resto de los templos budistas del país. Son pocos las construcciones en Tokio que mantienen un estilo similar. La puerta de entrada al templo (conocida como “San-mon Gate”) fue construída en el año de 1933, aunque ha pasado por numerosos proyectos de remodelación, fruto de los desastres bélicos y naturales que han afectado a prácticamente todos los recintos religiosos del país a lo largo de su historia. Si bien se pueden visitar de manera libre casi todos los edificios del complejo, en el patio trasero (que está cerrado al público) se encuentra una casa de té que puede visitarse únicamente haciendo una reservación en la oficina de la autoridad del templo. Es un sitio agradable si quieres conocer las tradiciones japonesas sin la cantidad de gente que encuentras en el turístico barrio de Asakusa.
Le Kofuku-ji sanctuaire est situé sur le côté est de la rivière Sumida à Tokyo. Vous pouvez marcher doucement du quartier traditionnel d"Asakusa, l"un des lieux touristiques les plus importants et les plus populaires de la ville. Le site, qui est considéré comme un Obaku Zen-temple a été fondé en 1673 et les maisons les deux le temple lui-même comme une petite école du bouddhisme zen. Cette philosophie est devenue le territoire japonais de la Chine au cours du 17ème siècle, son siège social est situé dans le temple ville Manpuku-ji Kyoto, et est considéré comme relativement nouveau mouvement philosophique dans le pays. Dans l"architecture du site, vous pouvez voir beaucoup un Chinois plus important que le reste des temples bouddhistes dans l"influence du pays. Peu de bâtiments à Tokyo qui gardent un style similaire. La porte d"entrée du temple (connu sous le nom «San-mon porte») a été construit en 1933, mais a connu plusieurs projets de rénovation, le résultat des catastrophes de guerre et naturelles qui ont affecté la quasi-totalité enceinte religieux pays tout au long de son histoire. Alors que vous pouvez visiter librement presque tous les bâtiments du complexe, dans l"arrière-cour (qui est fermé au public) est une maison de thé peut être visité uniquement en faisant une réservation au bureau de l"autorité du temple. Il est un endroit agréable si vous voulez connaître les traditions japonaises sans le nombre de personnes qui se trouvent dans le quartier touristique de Asakusa.
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Vivre dans une oeuvre d"art

Viviendo en una obra de arte

Aquí, sin más. Kôfuku-ji. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué me trajo a este lugar? ¿Qué es Kôfuku-ji? Más allá de lo que cuenta su página web, el templo zen ôbaku con sus cuatrocientos años de historia, de su patrimonio artístico y cultural, ¿qué es Kôfuku-ji? Es una escalera de piedra, desgastada, con musgo y verdín, que lleva a mi casa. Mi casa… Qué extraño decir “mi casa” a quince mil kilómetros de mi casa. Qué extraño vivir en una obra de arte. Qué extraño el viento que suena a viento, tan solo a eso. ¿De dónde vendrá este viento tan vacío de todo? El viento sopla donde quiere, oyes su sonido, más ni sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que nació del espíritu. Kôfuku-ji es el bambú que veo por mi ventana y el viento que lo mueve. Es la lluvia y su sonido. Y un gato atigrado que se pasea de vez en cuando por aquí. Es el mukuge que pierde sus hojas y las flores amarillas de nombre desconocido que mantienen su color. Tantas flores y tantos nombres que desconozco… Este lugar es lo que no conozco. Mi Kôfuku-ji es un asombro. Un destello. Es un silencio. Es curioso. Cómo el silencio también pierde su brillo. Y uno acaba guardando los relojes porque hacen “demasiado ruido”. Y porque el tiempo… el tiempo… ¿Cuánto tiempo se necesita para contemplar la lluvia? O para escuchar el sonido del viento entre el bambú. ¿Cuánto tiempo aguardará la araña sobre su seda, suspendida del cielo? ¿O cuánto tiempo necesita una gota de agua para desprenderse de la hoja que la sostiene tras la lluvia? ¿Cuánto tiempo para contemplar la nada? ¿Cuánto tiempo para nombrarla? Un día, tras una noche de lluvia, la araña que vivía en mi ventana desapareció. Pasé tanto tiempo mirándola, allí, sin hacer nada, ella y yo, que llegué a creer que siempre estaría allí. Siempre… Cómo me traiciona siempre ese “siempre”. Qué fácilmente adjudico un “siempre” a las cosas que mi corazón sabe que no duran... Justo tras esa seda que se llevó la lluvia puedo ver la casa de Ukon-san. Es una casa, solo una casa. Era su taller. A veces mojada por la lluvia va cambiando de color. Y yo la miro. La miro en silencio desde mi casa sin relojes. Kôfuku-ji… Qué manera de ser yo mismo sin mí. Sumergido en este silencio de siglos he caminado a lo largo de mi vida una y otra vez. Y el viento, afuera, sin saber a dónde va, de dónde viene. Caminando en silencio. Oyendo el brillo de cada cosa. De cada acontecimiento. El sordo chasquido de la calabaza que parto con el cuchillo. Esa que me regaló el prior. Tan gorda, tan llena de sí. El tenue sonido del shamisen que alguien tañe en una casa vecina. Tan tenue que se entremezcla con el sonido del viento. Entre el bambú. Oigo el sonido del agua que gotea en alguna parte, de la madera que cruje de pronto, de la sirena de un barco, del aleteo de un pájaro, de mis propios pasos, de un papel que roza otro papel… y cuando todo, todo calla, oigo el sonido de mi propio corazón. Mi corazón de niño rozando con algo… Algo que no sé lo que es, que es nada, solo brillo… Shônen no kokoro… Corazón de Niño… Como a veces me llaman por aquí. Es gracioso. Basta olvidar para encontrar. Sin nombres. Sin darme cuenta he olvidado recordar los nombres de las cosas. Contemplar las cosas por primera vez siempre es asombroso. Estrenar los ojos en cada mirada, renovar la piel con todo lo que tocas. Este mundo nuevo hace nuevo mi corazón. Olvidarse, olvidarse… Soltar las manos, sin miedo, y dejarse llevar. Me gustan los pajarillos que no tienen nombre y vienen a revolotear frente a mi ventana. Me gusta su alboroto y su pequeñez. Me gusta que un gato viejo y rechoncho se tumbe sobre el tejado de la casa de Ukon-san en los días soleados de invierno. Me gusta su tranquilidad y su elegancia. Me gusta mirar cada noche que llueve si el gran sapo ha salido una vez más a sentarse bajo la luz del farol. Me gusta su piel brillante bajo la lluvia y sus ojos muy abiertos. Me gusta ver que algunas arañas aún aguantan pase al frío. Me gusta no ver sus telas porque parece que flotan en el aire y me gustan porque se parecen a la pequeña Tecla, con sus colores brillantes, amarillo, negro, blanco… la pequeña Tecla, tan delgada ella, que se fue con la lluvia… Cómo me gusta estar. Cómo me gusta ser. Kôfuku-ji es un alcanforero, enorme, que extiende sus ramas sobre las tumbas que ascienden por la ladera de la montaña. Es ceniza. Es olor a incienso y a tierra mojada por la lluvia. Es el brillo de las hojas de ginkgo, tan amarillas, que arrastra el viento. Y el color rojo de sus templos de madera. Vigas combadas por la bomba que no pudo derribarlo. Tejas grises que apuntan al cielo, tan vacío. Tan vacío… La lluvia que comienza de pronto a caer en plena noche. El grito de un milano que sobrevuela el río. Los papelitos con omikuji anudados a las ramas, para que la propia naturaleza transmute el porvenir. El caparazón de un imago de cigarra que una noche quedó prendido entre el bambú, y hoy, no sé por qué, cayó al suelo, junto a mi casa. Es una flor que compré hace tiempo y se marchita en un jarroncito, sola, en el alfeizar de mi ventana. Es el sabor del té y la nostalgia de la primavera. Una mañana sin sol y el sol de la tarde entrando hasta el fondo de mi corazón. Este lugar que es lo que no conozco... Lo que conocía y había olvidado. Este lugar que es lo que sé desde siempre. Kôfuku-ji… es quizá sobre todo un estado del alma. De ese alma que es mi alma y todas las almas. Que va donde quiere. Que oigo tan claramente. ¿A dónde vas? ¿De dónde vienes? ¿Dónde naciste Tú, de lo que todo nace? Todo el día en silencio, solo el viento en el bambú solo el viento…
Ici, sans plus. Kôfuku-ji. Pourquoi suis-je ici? Qu"est-ce qui m"a amené à cet endroit? Qu"est-ce que Kôfuku-ji? Au-delà de ce que raconte sa page Web, le temple zen ôbaku avec ses quatre siècles d"histoire, son patrimoine artistique et culturel, qu"est-ce que le Kôfuku-ji? C"est un escalier en pierre, usé, avec de la mousse et du verdigris, qui mène à ma maison. Ma maison ... Comme c"est étrange de dire "ma maison" à quinze mille kilomètres de chez moi. Comme c"est étrange de vivre dans une oeuvre d"art. Comme c"est étrange le vent qui sonne comme le vent, juste ça. D"où viendra ce vent si vide de tout? Le vent souffle où il veut, vous entendez le son, plus vous ne savez pas d"où il vient ni où il va; c"est celui qui est né de l"esprit. Kôfuku-ji est le bambou que je vois à travers ma fenêtre et le vent qui le fait bouger. C"est la pluie et son son. Et un chat tigré qui se promène parfois ici. C"est le mukuge qui perd ses feuilles et les fleurs jaunes de nom inconnu qui conservent leur couleur. Tant de fleurs et de noms que je ne connais pas ... Cet endroit est ce que je ne connais pas. Mon Kôfuku-ji est une merveille. Un flash. C"est un silence. C"est curieux. Comment le silence perd également son éclat. Et on finit par garder les quarts parce qu"ils font "trop ​​de bruit". Et parce que le temps ... le temps ... Combien de temps faut-il pour contempler la pluie? Ou entendre le son du vent entre le bambou. Combien de temps l"araignée attendra-t-elle sur sa soie, suspendue au ciel? Ou combien de temps faut-il une goutte d"eau pour se débarrasser de la feuille qui la retient après la pluie? Combien de temps pour contempler rien? Combien de temps pour le nommer? Un jour, après une nuit pluvieuse, l"araignée qui vivait dans ma fenêtre a disparu. J"ai passé tellement de temps à la regarder, à ne rien faire, elle et moi, que j"en suis venu à croire que je serais toujours là. Toujours ... Comment cela "toujours" me trahit toujours. Avec quelle facilité j"assigne un "toujours" aux choses que mon cœur sait qui ne durent pas ... Juste après cette soie qui a pris la pluie, je peux voir la maison d"Ukon-san. C"est une maison, juste une maison. C"était son atelier. Parfois mouillé par la pluie, il change de couleur. Et je le regarde. Je la regarde en silence depuis ma maison sans horloge. Kôfuku-ji ... Quelle manière d"être moi-même sans moi. Immergé dans ce silence de siècles, j"ai marché toute ma vie, encore et encore. Et le vent, dehors, sans savoir où il va, d"où il vient. Marcher en silence Entendre la luminosité de tout. De chaque événement. La fente étouffée de la citrouille que je donne au couteau. Ce que le prieur m"a donné. Si gros, si plein de lui-même. Le faible son du shamisen que quelqu"un joue dans une maison voisine. Si faible qu"il se mêle au bruit du vent. Parmi les bambous. J"entends le bruit de l"eau qui coule quelque part, du bois qui craque soudainement, de la sirène d"un navire, du frémissement d"un oiseau, de mes propres pas, d"un papier qui frotte un autre papier ... et quand tout, tout Tais-toi, j"entends le son de mon propre cœur. Le cœur de mon enfant touche quelque chose ... Quelque chose que je ne sais pas ce que c"est, que ce n"est rien, que de la luminosité ... Shônen no kokoro ... Cœur d"enfant ... Comme parfois, ils m"appellent ici. C"est marrant Oublie juste de trouver. Sans noms Sans m"en rendre compte, j"ai oublié de me rappeler les noms des choses. Contempler des choses pour la première fois est toujours étonnant. Libérer les yeux dans chaque regard, renouveler la peau avec tout ce que vous touchez. Ce nouveau monde rend mon cœur nouveau. Oublie, oublie ... Lâche tes mains sans crainte et laisse-les partir. J"aime les petits oiseaux qui n"ont pas de nom et qui viennent flotter devant ma fenêtre. J"aime son tumulte et sa petitesse. J"aime les vieux chats potelés qui gisent sur le toit de la maison d"Ukon-san les jours d"hiver ensoleillés. J"aime sa tranquillité et son élégance. J"aime regarder chaque nuit il pleut si le grand crapaud est encore une fois sorti pour s"asseoir sous la lumière de la lanterne. J"aime sa peau brillante sous la pluie et ses yeux grands ouverts. J"aime voir que certaines araignées souffrent encore du froid. J"aime ne pas voir leurs tissus parce qu"ils semblent flotter dans l"air et je les aime parce qu"ils ressemblent à la petite Thecla, avec ses couleurs vives, jaune, noir, blanc ... la petite Thecla, si mince, qui est partie avec la pluie ... Comment j"aime être Comment j"aime être Kôfuku-ji est un énorme camphrier qui étend ses branches sur les tombes qui se dressent à flanc de montagne. C"est de la cendre. C"est l"odeur de l"encens et de la terre mouillée par la pluie. C"est la brillance des feuilles de ginkgo, si jaune, que le vent s"atténue. Et la couleur rouge de ses temples en bois. Des faisceaux déformés par la bombe qui ne pouvait pas la faire tomber. Des carreaux gris qui pointent vers le ciel, si vides. Tellement vide ... La pluie qui commence soudainement à tomber au milieu de la nuit. Le cri d"un cerf-volant qui survole la rivière. Le papier avec omikuji noué aux branches, de sorte que la nature elle-même transmue l"avenir. La carapace d"un cigale imago qu"une nuit a été prise parmi les bambous, et aujourd"hui, je ne sais pas pourquoi, est tombée par terre à côté de ma maison. C’est une fleur que j’ai achetée il ya quelque temps et qui se fane dans un vase, seule, sur le rebord de la fenêtre. C"est le goût du thé et la nostalgie du printemps. Un matin sans soleil et le soleil de l"après-midi entrant au fond de mon cœur. Cet endroit c"est ce que je ne sais pas ... Ce que je savais et que j"avais oublié. C"est ce que je sais toujours. Kôfuku-ji ... est peut-être avant tout un état d"âme. De cette âme qui est mon âme et toutes les âmes. Ça va où on veut J"entends si clairement. Où vas-tu? D"où viens-tu? Où êtes-vous né, de quoi tout est-il né? Toute la journée en silence, seul le vent dans le bambou seul le vent ...
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